Informalidad y falta de profesionalidad
Todos tenemos el horario laboral establecido, y trabajamos mañana y tarde casi todos. Pero tenemos una vida personal, asuntos privados que tratar: presupuestos que nos hacen, el coche en el taller, el colegio de los niños...
Quienes trabajan al otro lado obligan normalmente a que tengas que atenderles por la mañana: reuniones de padres y madres, el cristalero que viene a casa a medir, recoger el coche, un mueble que nos traen a casa... Y siempre hay que pedir tiempo en el horario laboral para atender estas situaciones.
Ahora llega el problema: cuando son informales y no están a la hora que dijeron, así como esperar a que llegues para decirte que no puede ser ese día. No se puede andar pidiendo horas y días libres para nada, no pueden dejar sin terminar el asunto, para tener que volver a pedir otro día... Un aire acondicionado mal puesto supone tres días pedidos en el trabajo: uno para presupuestarlo, otro para ponerlo mal, otro para ponerlo bien. Si le sumamos que te vayan a poner escayola en el techo y te hagan destrozos, los albañiles tendrán que venir al día siguiente a arreglarlo: otros dos días...
En definitiva: la informalidad y la falta de profesionalidad nos repercuten haciendo que tengamos que gastar nuestros días libres y vacaciones en poner nuestros nervios a prueba. El correo te lo llevan por la mañana, si no estás hay que ir a recogerlo, la revisión de instalaciones de gas también aparece cuando abres la puerta diciendo que no estabas a las 12 de la mañana...
Hagámonos la vida más fácil cumpliendo los plazos y las fechas, y si no se pueden cumplir, digamos de primera una fecha real, seamos formales y respetemos el tiempo de los demás.